Introducción
La perimenopausia y la menopausia son etapas clave en la vida de la mujer, marcadas por importantes cambios hormonales que afectan tanto la salud física como mental. La perimenopausia, que puede comenzar en los 40 años o antes y durar hasta ocho años, se caracteriza por fluctuaciones hormonales intensas. La menopausia se define como la ausencia de menstruación durante 12 meses consecutivos, alrededor de los 51 años. Estos cambios hormonales prolongados y variables aumentan la vulnerabilidad a trastornos mentales, que pueden afectar la calidad de vida, las relaciones y el trabajo. Por ello, se requiere un enfoque holístico que integre tanto los síntomas físicos como los mentales en el diagnóstico y tratamiento.
Epidemiología y prevalencia de trastornos mentales
La depresión y la ansiedad son frecuentes durante la perimenopausia y la menopausia, con una prevalencia global de depresión del 35,6%. La perimenopausia presenta un riesgo especialmente alto: las mujeres en esta etapa tienen un 40% más de probabilidad de desarrollar depresión que las que no presentan síntomas menopáusicos. Además, los síntomas depresivos y de ansiedad son más comunes y severos durante la transición menopáusica que en la etapa posmenopáusica. El riesgo de trastornos como la manía y el trastorno depresivo mayor también aumenta significativamente durante este periodo.
Factores de riesgo adicionales incluyen bajo nivel educativo, ausencia de pareja, dificultades económicas, desempleo, menopausia temprana, menor duración del periodo reproductivo y pertenencia a ciertos grupos étnicos, como mujeres negras. Estos hallazgos apuntan a una interacción entre factores hormonales, sociales y psicológicos. Aunque la depresión y la ansiedad son los trastornos más estudiados, el aumento de síntomas maniformes durante esta etapa resalta la necesidad de prestar atención a una gama más amplia de problemas psiquiátricos relacionados con la menopausia.
Tabla 1: Prevalencia global de trastornos mentales clave en mujeres menopáusicas
| Trastorno Mental | Prevalencia en Perimenopausia | Prevalencia en Postmenopausia |
| Depresión | 33.9% | 34.9% |
| Ansiedad | Datos variables | Datos variables |
| Manía | Mayor riesgo de inicio | Riesgo similar a la premenopausia |
Nota: Los datos de prevalencia de la ansiedad varían según los estudios y las regiones.
Criterios diagnósticos y desafíos
El diagnóstico de la depresión perimenopáusica se basa en los mismos criterios que el trastorno depresivo mayor (DSM-5), al igual que el diagnóstico del trastorno de ansiedad generalizada (TAG) y el trastorno de pánico. Sin embargo, distinguir los síntomas de salud mental en la perimenopausia es complicado debido a su superposición con síntomas típicos de la menopausia, como alteraciones del sueño o cambios de humor. Estos síntomas psicológicos suelen aparecer antes que los físicos, lo que dificulta aún más el diagnóstico preciso.
Es esencial diferenciar la depresión perimenopáusica de otros trastornos como el trastorno de adaptación, la depresión bipolar o enfermedades médicas con síntomas similares (por ejemplo, problemas tiroideos). Aunque algunos estudios utilizan niveles hormonales como FSH y estradiol para definir el estado menopáusico, estos valores son variables y no predicen la depresión.
Se dispone de herramientas específicas y generales para la evaluación, como la escala Meno-D (para síntomas depresivos en la perimenopausia), el PHQ-9 (para depresión) y el GAD-7 (para ansiedad), así como cuestionarios de calidad de vida como el MRS y el MENQOL. A pesar de esto, el diagnóstico sigue siendo complejo, lo que puede llevar a un infradiagnóstico o diagnóstico erróneo. Aunque las pruebas hormonales no son diagnósticas, entender sus fluctuaciones es clave para comprender los mecanismos biológicos implicados y orientar el tratamiento.
Síntomas de trastornos mentales durante la perimenopausia y la menopausia
Durante la perimenopausia, los síntomas depresivos incluyen tristeza, llanto, vacío emocional, pérdida de interés, baja autoestima, fatiga y dificultad para concentrarse. Esta depresión suele caracterizarse por mayor irritabilidad, enojo, culpa, preocupación por la opinión ajena y pensamientos intrusivos o suicidas. Además, se observan fluctuaciones del estado de ánimo (“encendido/apagado”), ideación paranoide y aumento de peso, en contraste con otras depresiones que suelen asociarse a pérdida de peso.
La ansiedad en esta etapa puede manifestarse con inquietud, insomnio, taquicardia, dificultad para concentrarse, pesadillas, pensamientos intrusivos y ataques de pánico, junto con fatiga, dolores de cabeza y preocupación por la salud o el trabajo.
Los problemas de sueño, causados en parte por los sofocos nocturnos, incluyen dificultad para conciliar y mantener el sueño, así como sueño no reparador, lo que agrava el estado de ánimo y afecta la función cognitiva.
Otros síntomas frecuentes son irritabilidad, paranoia, olvidos y “niebla mental”, creando un cuadro clínico complejo donde se entrelazan síntomas físicos y mentales, dificultando identificar la causa principal del malestar.
Tabla 2: Sintomatología comparativa: Depresión perimenopáusica vs. Trastorno Depresivo Mayor
| Síntoma | Depresión Perimenopáusica | Trastorno Depresivo Mayor |
| Estado de ánimo | Bajo, pero puede fluctuar (“encendido/apagado”) | Persistente bajo, posible variación diurna |
| Autoestima | Extremadamente baja | Baja |
| Síntomas de ansiedad | Probablemente presentes | Pueden estar presentes |
| Cogniciones negativas | Pueden estar presentes | Probablemente presentes |
| Sueño | Muy pobre, puede empeorar con síntomas vasomotores | Pobre, despertar temprano |
| Síntomas psicomotores | Retraso menos común, posible agitación con irritabilidad | Agitación/retraso frecuente |
| Anhedonia | Puede estar presente | A menudo presente |
| Peso | Aumenta | Disminuye |
| Problemas de memoria/concentración | Muy comunes, especialmente dificultad para encontrar palabras | Pueden estar presentes |
| Libido | Baja | Baja |
| Ideación paranoide | Común | Puede estar presente |
| Agresión/Ira | Común | Poco probable |
| Disociación | Común | Puede estar presente |
| Dolor | Común (articulaciones, músculos, cabeza) | Puede estar presente |
Etiología y factores contribuyentes
Los trastornos mentales en la perimenopausia resultan de la interacción compleja entre factores biológicos, como fluctuaciones hormonales (estrógeno, progesterona, testosterona) que afectan neurotransmisores y procesos como el eje HPA e inflamación; factores psicológicos, incluyendo estrés, antecedentes de trastornos del ánimo, baja autoestima y rasgos de personalidad; y factores sociales, como cambios vitales, falta de apoyo, estrés relacional, condiciones socioeconómicas y traumas. Aunque las hormonas juegan un papel clave, la vulnerabilidad individual, la resiliencia y el contexto psicológico y social son determinantes esenciales del riesgo.
Impacto en condiciones preexistentes de salud mental
La perimenopausia puede aumentar el riesgo de recaída o resistencia al tratamiento en trastornos mentales preexistentes, como esquizofrenia, depresión y trastorno bipolar. En la esquizofrenia, puede agravarse la sintomatología psicótica y la reducción de estradiol puede disminuir la eficacia de los antipsicóticos. En la depresión, es común que los antidepresivos pierdan efectividad, mientras que en el trastorno bipolar hay un mayor riesgo de episodios depresivos. Los síntomas de ansiedad también son frecuentes, especialmente en personas con sensibilidad o diagnóstico previo. Debido a estas fluctuaciones hormonales que desestabilizan los síntomas y afectan los tratamientos, es fundamental que los médicos consideren ajustes o estrategias alternativas para las mujeres en perimenopausia con enfermedades mentales preexistentes.
Estrategias de tratamiento
Los medicamentos no hormonales incluyen antidepresivos (ISRS, IRSN), que son el tratamiento de elección para la depresión y ansiedad. Algunos, como venlafaxina, fluoxetina o sertralina, se usan como segunda línea para el bajo estado de ánimo durante la menopausia, incluso sin diagnóstico de depresión, y también pueden ayudar con los sofocos. Para la ansiedad se prescriben ansiolíticos, y gabapentina o clonidina son opciones no hormonales para síntomas vasomotores que pueden mejorar el estado de ánimo y el sueño.
La terapia hormonal con estrógeno puede mejorar el estado de ánimo, especialmente en mujeres con síntomas vasomotores, aunque no se recomienda como primera línea para la depresión mayor. El componente progestagénico en la terapia combinada puede reducir los beneficios del estrógeno en el ánimo. No se aconseja en mujeres con antecedentes de cáncer de mama.
Las terapias psicológicas, como la terapia cognitivo-conductual (TCC), la atención plena (MBIs), el asesoramiento grupal y el apoyo marital, son útiles para la ansiedad, depresión, problemas de sueño y sofocos. Estas intervenciones ayudan a las mujeres a desarrollar habilidades de afrontamiento y procesar obstáculos emocionales.
Las modificaciones en el estilo de vida son muy importantes. El ejercicio regular mejora el estado de ánimo, el sueño y el bienestar general. Una dieta saludable que incluya calcio y vitamina D es fundamental. También es clave mantener una buena higiene del sueño, reducir el estrés con técnicas como meditación o yoga, limitar el consumo de alcohol y cafeína, y mantener conexiones sociales para buscar apoyo.
Prevención de trastornos mentales
La prevención debe enfocarse en identificar temprano factores de riesgo como antecedentes de depresión, estrés o bajo apoyo social, fomentando estrategias de afrontamiento y un estilo de vida saludable (ejercicio, dieta, sueño, manejo del estrés). La intervención temprana con terapias como la TCC o la terapia hormonal puede prevenir o reducir la gravedad de los trastornos mentales en la perimenopausia. Además, es clave aumentar la conciencia sobre estos problemas y apoyar a las mujeres en riesgo durante toda la transición menopáusica.
Conclusión
Durante la perimenopausia y menopausia, la depresión y ansiedad son comunes debido a factores biológicos, psicológicos y sociales. Es clave un diagnóstico preciso para diferenciarlos de síntomas menopáusicos. Los tratamientos incluyen antidepresivos, terapia hormonal, terapias psicológicas y cambios en el estilo de vida, adaptados a cada caso. Se requiere un enfoque integral y más conciencia e investigación sobre estos trastornos.




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